Aurelio, inventor de la telefonía móvil

Dos de los personajes más famosos del pueblo eran los telefonistas, "La Vicenta" y "Aurelio".

Cuando tenías que hacer una llamada, tenías que ir a su casa que claro esta, la tenían acondicionada para el evento: Tu llegabas,la puerta siempre abierta y con la cortinilla que antes se llevaba de moda en Caracenilla, te metías en una habitación con unas cuantas sillas y el famoso teléfono colgado detrás de la puerta.

- Buenas, que venia a hacer una llamada a Madrid.

Levantaba el auricular delteléfono y empezada a darle vueltas a la manivela... Raca, Raca, Raca.... que uno pensaba, habrá que dar un numero determinado de vueltas a la manivela, o es cosa del azar que la conteste la de la centralita (Que no recuerdo en que pueblo estaba, por cierto).

La Vicenta decia:

- Siii, vaaale, aquí esperaamos

y colgaba. Te miraba y te daba la noticia....

- Pues hasta dentro de media hora no tienes línea para la conferencia, esta todo saturado.

Y te tenias que quedar allí contándole tu vida en prosa y verso a la pobre Vicenta, que ya ves tu que rábanos la importaría. Cuando exprimías todos los temas de conversación, y aprovechando que también abastecían al pueblo a nivel papelería, la comprabas un lápiz, o un cuaderno..., claro está, sin olvidarnos las tan apreciadas cerillas que también vendían. O su maravilloso “Flu-Fli” con el que fulminaba a las moscas y dejaba un ambiente fresco, fresco en la habitación.

No te quiero ni contar, si en esa media hora esperando aparecía otra persona para hacer una llamada, a veces había gente hasta en la calle esperando.

Por fin sonaba el teléfono, "Vendito sea Dios", y lo cogia la Vicenta...

- Siii, vaaale... ya tenemos conferencia"...

Tú con tu alegría, te ponías en frente del teléfono, a mantener una conversación de la cual antes de que se terminara ya se había enterado todo el pueblo porque tenías a todo quisqui mirando cada palabra que salía de tu boca.

Por fin después de una hora para hacer la llamadita, la Vicenta volvía a descolgar el teléfono para volverse a poner en contacto con la centralita, y claro esta, que le indicara el precio de la llamada, que tenías que abonar antes de marcharte.

Peroaun mas graciosoera cuando ellos recibían llamadas para una persona del pueblo... como lo sabias???

De repente veías a Aurelio, que lo recuerdo con sus pantalones negros, su camisa blanca, y su boina negra, coorre, que te coorre, por medio pueblo para meterse, coorre, que te coorre en casa de la persona a la cual iba dirigida la llamada... ya los dos segundos, coorre que te coorre a la persona susodicha y Aurelio hacia su casa.

Cuando a nuestros queridos Aurelio y Vicenta, les quitaron la concesión del teléfono, y fueron instalando líneas convencionales, en Caracenilla, los mas adelantados, podían utilizar ese elemento de lujo desde sus viviendas. Pero para el resto, la solución pasó por instalar un teléfono publico en la plaza del pueblo, que al mismo tiempo recibía llamadas exteriores.

Entonces, cualquiera que estuviera en los sillares sentado, o paseando por la plaza se convertía en “Aurelio II”.

Sonaba el teléfono, y con la adrenalina a tope te dirigías corriendo hacia él. Fijo que era una llamada para alguien del pueblo, y tú eras el responsable de esa llamada y de localizar como buenamente pudieras a la persona a la que iba dirigida.

Te convertías en el/la recepcionista de todo un pueblo... “Caracenilla, dígameeee”.

La persona en cuestión se tenia que identificar y explicarse lo mas claramente posible para que, en tu bien hacer, pudieras ir a buscar a esa persona por la que preguntaban, volviendo al coorre, que te coorre de Aurelio.

De verdad que era un SHOW, recibir y hacer llamadas en Caracenilla.

(Marisol Rubio y Pili Sáiz)