Esta es mas o menos la historia que nos han contado siempre nuestros padres
y abuelos y que resulta de difícil credibilidad.
Hay
dos
versiones
la
primera
que
habla
de
unos
padres
dominicos
y la
segunda
de
unos
arrieros.
Probablemente
una
derive
de la
otra y
se
haya
simplificado
para
ser
más
fácil
de
recordar.
Padres
Dominicos
Nos situamos en Huete allá a finales del siglo XVI, los padres dominicos
del convento de Santo Domingo son llamados al Convento de San Pablo de
Cuenca para realizar ciertas gestiones y ciertos encargos de su Orden.
Para tal misión el prior optense encarga a Fray Pedro de Olmedilla y a
Fray Lucas del Campoflorido, para lo cual los dota de buenos maravedíes para
que no les falte de nada. El camino a Cuenca discurría desde época romana
más o menos por donde hoy transcurre la carretera que llega hasta el Alto de
Cabrejas.
Pues bien, como era a mediados de septiembre y la gota fría estaba a por
allí, igualito que ahora, y la tormenta amenazaba, decidieron estos dos
beatos hombres descansar en la posada de la actual Caracena (de su nombre
anterior no nos ha quedado constancia).
Como buenos miembros de la Iglesia decidieron comer opíparamente y beber
hasta saciar su sed. Fray Pedro, que era el depositario de los maravedíes,
contó el dinero y vio que no serían capaces de gastar todo de una vez por lo
que decidió llamar al maese Ramón y decirle que no se cortara, que sirviese
lo mejor que tuviese.
Al concluir esta "divina cena" pidieron la cuenta, que en buena lógica se
pasaba un pelo de lo que el voto de pobreza exigía. Al verla Fray Lucas le
dijo socarronamente a su compañero: "en este lugar nos han dado una cara
cena".
Al día siguiente emprendieron viaje hacia Cuenca y el monje socarrón se pasó
todo el viaje diciéndole a su compañero y a todo aquel que encontraban por
el camino que habían estado en un lugar con Cara Cena.
Pasan lo días, y los dos monjes vuelven, tras solucionar sus asuntos, de
Cuenca. Al igual que días antes la gota fría de nuevo hace su aparición
justo cuando pasaban por la posada del maese Ramón en ese lugar que no
sabemos cómo se llamaba antes pero que desde aquellos días se llama Caracena.
A Fray Pedro le subió un escalofrío al recordar la factura de días pasados
-¿qué dirá el prior?- por lo que le dice a su compañero que aligeren el paso
porque poco más adelante hay otra posada.
Llegán a ésta antes de que anochezca y de que las nubes dejen caer su agua y
su piedra. Y como todos sabemos que lo clérigos son muy amigos de la mesa
deciden cenar, pero para compensar el gran gasto de maravedíes de las
jornadas precedentes deciden cenar lo justo. Llaman a maese Aduardo que les
sirve en la justa medida, más bien medida escasa de niños pobres.
Los dos monjes muy satisfechos por haber echado algo a sus tragones
estómagos piden la cuenta. Sorprendidos comprueban que pese a ser menos lo
comido y bebido que el ese lugar que luego se llamará Caracena, y que no
sabemos cómo se llamaba antes, el número de maravedíes que reflejaba la
factura de la caja registradora (manual, recordar aquí que la electricidad
aún no había sido descubierta) era mucho mayor que el de Caracena.
El monje socarrón soltó una carcajada frente al estupor del otro monje.
Al día siguiente muy tempranito, justo cuando el primer rayo de sol se
asomaba a la torre de la iglesia, salen en dirección a Huete diciendo que lo
de la noche anterior había sido una Cara Cenilla.
De ahí el nombre que se quedó el pueblo del cual tampoco conocemos su nombre
anterior.
Texto extraído
de http://es.geocities.com/barrioatienza/anecdotas.htm
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Arrieros
Esta
es la
versión
más
popular
que
seguramente
derive
de la
anterior
y se
haya
simplificado
con el
paso
de
boca
en
boca y
de
generación
en
generación.
Es la
misma
historia
pero
con
distintos
protagonistas.
Cuenta;
que
unos
arrieros
que
venían
vega
abajo
pararon
en
Caracena,
pidieron
de
cenar
y les
cobraron
caro.
Y
dijeron
“Cara-cena”.
Al día
siguiente,
llegaron
a
Caracenilla,
pararon
a
cenar.
Esta
vez no
solo
les
pareció
cara
la
cena
sino
que
además
les
pareció
escasa.
Entonces
dijeron
"si lo
de
ayer
fue
una
cara
cena,
lo de
hoy es
una
cara
cenilla”.
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