Y por fin llegó la tan esperada II edición de la Despeñarrubias de Caracenilla. Casi un año de preparativos para disfrutar de un día tan grande como este, en el que casi todo un pueblo se vuelca en el que posiblemente sea el acontecimiento deportivo más importante de toda la comarca de Caracenilla.


Agradable amanecer en el campo de batalla. Eran las ocho de la mañana y la mitad de los ciudadanos de Caracenilla y algunos invitados, deambulaban de un lado para otro dando los últimos retoques para que pudiera darse el comienzo de la II edición de tan magnífico evento. Unos con la megafonía, otros con las listas de participantes, mujeres preparando los calderos para la comida, los macarrones, las patatas, el gazpacho, la carpa, las banderas, probando los walki talkie, etc, etc, en realidad se respiraba un ambiente de fiesta impresionante.


El despliegue de medios para poder hacer esta carrera fue espectacular.

 

Por carretera: la unidad móvil nº1, el Peugeot del señor Santi, que a su vez llevaba todas las bebidas energéticas, fanta, trina, coca cola, mahou y fruta variada.

Por todos los caminos la unidad móvil nº2: el furgón de la fábrica de quesos la Ermita del señor David con su gran escobon acoplado en forma de pendón y asomando por el  costado haciendo honor a su nombre, el coche escoba.

Unidades nº3 , nº4 y así hasta 11... estos eran nada menos que los increíbles Jotastim: Jesús, Juanjo, Jorge, Javi, Juis, Jantonio (un servidor),Basanta, Pepe el de Denia, y Kiko , montados en sus flamantes bicicletas.

En las carpas del pueblo las mujeres repartiendo los dorsales: Marisol, Esther, Mariana, María y Marimar, y un sin fin de hombres y mujeres ayudando con las tareas de la comida. 


Muy pronto empezaron a aparecer vehículos con sus bicicletas en la baca, cada una de ellas relucientes y en perfecto estado para participar en la carrera. Hubo que habilitar aparcamientos para los miles de vehículos que se esperaban de cualquier rincón de España. Se acercaba la hora del comienzo y el ambiente era inmejorable, decenas de ciclistas vestidos con sus trajes de gala para la ocasión. Muchos saludos y abrazos entre viejos conocidos de otras concentraciones y carreras.


Y por fin a las 10:00 de la mañana se dio la salida, como siempre controlada y conducida por miembros de la organización hasta las afueras del pueblo. Miles y miles de personas se agolpaban a los lados de la carretera para animar a los valientes participantes, muy de agradecer porque además eran personas del mundo del ciclismo bastante entendidas en la materia.

Una vez cruzadas las vías del tren, se rompió la carrera y comenzó el espectáculo y la diversión. Una gran serpiente multicolor comenzó a deslizarse por la M-30. ( esto si que es un pueblo elegante)

 
Increíble explosión de colores la que se pudo ver. La combinación de los sembrados totalmente verdes con la tierra rojiza, el verdor de los árboles, los trajes de estos campeones y sus máquinas hizo más fantástica la mañana si cabe en estos parajes mágicos de la Alcarria conquense.

 

Se dirigió el pelotón hacia el también espectacular pueblo vecino Bonilla, aunque todavía tendríamos que salvar un escollo importante, como es la subida de las Boquerillas. Joder con las Boquerillas. Una subida de quinientos metros aproximadamente, la cual se va empinando cada vez más y el terreno se va deshaciendo en surcos por culpa de lo que ha llovido, hasta que llega un momento que entre lo empinada que es, los surcos y la hierba, se hace poco o nada ciclable y algunos corredores tuvieron que poner el pie en tierra casi en la cumbre. Después la peligrosa bajada, con senderos estrechos llenos de piedras, aliagas y arbustos que no te dejan ver por donde vas.

 
Llegada a Bonilla, que nos recibió con miles de personas vitoreando a los flamantes ciclistas. Aquí, el primer refrigerio para los corredores que ya venían sudando por el gran esfuerzo realizado. Algún que otro corredor ya venia con marcas de haberse revolcado por el suelo y no eran precisamente por lo que se pueda pensar al decir  “revolcón”.


     Después del refrigerio continuación de la marcha con dirección al tramo los pinos, la adrenalina en sus niveles mas altos debido a la multitud de espectadores despidiendo la carrera con vítores, aplausos, tracas de petardos, fuegos artificiales y la banda de música municipal. Gracias Bonilla y hasta el año que viene.


     Nada mas salir de Bonilla un par de tramos semitrialeros que son poca cosa. Después a rodar por buenos caminos hasta el ascenso de la fuente de la cueva. Cuestas de un 15% de desnivel (de esas que te bajan la moral al suelo y vas montado en la bicicleta diciéndote a ti mismo: "pero que cojones hago yo aquí sufriendo, si no me pagan por hacer esto!!!. Lo a gusto que estaría yo en el bar la casa del tío Venancio, con una jarra helada de cerveza con limón"), hasta que se corona, unos cientos de metros antes de llegar al cruce de la fuente de la cueva y es ahí, en esos momentos en los que te sientes orgulloso de haber conseguido subir la cuesta y recuperas tu autoestima. Pues bien, unos cientos de metros para recuperar el resuello y llegada a la bajada de la fuente de la cueva.


     Si la subida te baja la moral, la bajada de la fuente en algunos tramos te la destroza. Troncos atravesados, ramas, charcos, piedra, barro, zarzas, y ZÁS,¡¡¡ hostión!!! mecagoenelputoarroyoyenlamadrequeloparió. Me estreno con el suelo. Me levanto echando hostias por si acaso alguien me ha visto, y sin pensar si me he hecho daño o no, (¿Os ha pasado a vosotros alguna vez? Ya me imagino que todas) y continúo con la bajada para coger otra vez la M-30 con dirección a Caracenilla y una vez allí me encuentro con la unidad móvil nº1, Santi, el Rey del refrigerio.

Otro pequeño descanso, en esta ocasión, el escenario era el inigualable de Caracenilla. Todos los corredores se encontraban allí comentando los prolegómenos de lo que se les venía encima. Y no era otra cosa que otra vez a volver a subir, esta vez en dirección a las pistas de despegue del parapente. El señor Santi, responsable en todo momento de los impresionantes avituallamientos, iba informando a los magníficos corredores que los plátanos se podían tomar bien por vía oral, o bien por vía rectal. Alguno probó la segunda opción y el tramo de la subida al pino la subió como un halcón chileno, volando a baja altura.

 
     Pues bien, comenzamos el ascenso, y era digno de admirar que no había un solo metro de terreno a ambos lados del camino sin que estuviera ocupado por una persona animando a los estupendos corredores, agradecer desde aquí el apoyo demostrado, ya que sin ellos el ascenso habría sido un infierno mayor del que ya fue.
     Ahora les contaré en primera persona como fue mi ascenso hacia la pista del despegue:


     - Termino de tomarme mi refrigerio (una cervecita) y me dispongo a coger la bici, me calzo los automáticos, pongo plato mediano y cuarto piñón, teniendo en cuenta que cuento como primer piñón el grande y empiezo a pedalear. Al principio parece que me cuesta un poco, cosa normal, ya que al haber estado parado unos minutos se queda el cuerpo un poco relajado, como frío. Pero no importa ya que como tengo experiencia, se que en breves minutos digamos que el cuerpo se colocará y volveré a pedalear como si no hubiese parado.

Empiezo el ascenso, el camino es ancho (entre dos y tres metros), de tierra, cuesta arriba, pero mas o menos liso, por el medio la típica hierba que limpia los bajos a los coches cuando pasan, alguna piedra que otra por medio, baches y algún chaparro que otro a los lados. Levanto la cabeza y solo veo unos cien metros de camino los cuales se van empinando cada vez más y al final una curva.

Empiezo a sudar y llevo una nubecilla de mosquitos haciéndome compañía en el ascenso. Meto el plato pequeño, (molinillo), que esto empieza a ponerse duro, y después de toda la mañana pedaleando las piernas ya empiezan a resentirse un poco. Llego a la curva, la paso, levanto la mirada y veo otra rampa de cien metros con otra curva que empina algo mas el camino, el cual empieza a ponerse bastante peor, arena, piedras sueltas, baches, alguna rama de los chaparros y se va estrechando.

Que bonitos son los alrededores de Caracenilla, bella campiña que diría un argentino. Meto tercer piñón. Joder con la subida. Sigo dando pedales y voy notando bastante el esfuerzo de toda la mañana. Me derrapa la rueda trasera. Justo lo que me hacia falta, ir derrapando, no avanzar y gastar fuerzas. Llego a la curva y lo único que veo es otra pequeña recta y otra curva más empinada. Empiezo a pensar que lo mismo es la última curva y a partir de ahí ya es llano. Empiezan a caerme gotas de sudor por las piernas, por los brazos, por la cara, por la frente, por los ojos, ¡¡ mierda !!, mecagoen, ya me ha caído una gota de sudor en las gafas y ahora no veo por el ojo derecho.

Tomo la curva y el puñetero camino sigue para arriba. Meto segundo piñón. Como no!!, otra curva al fondo!!!... y sin saber si es el final del ascenso. Me echo el casco hacia atrás para que me de el viento en la frente, ¡¡¡¡pero que coño me va a dar el viento en la frente si no lo hace y estoy subiendo a tres por hora!!!!, tomo la curva lo mejor que puedo ya que el camino se ha convertido en arena de mierda y la rueda solo derrapa.

Ya me duelen hasta los piiiiiiii de tanto subir. Vaya una organización de mierda, lo de meter esta subida seguro que es cosa del Jesús, (uno de los organizadores). Si es que, a veces no me hace caso y otras veces tampoco. ¿ Es que no lo podíais poner más facilito ? No claro, eso no daría caché a la piiiiiiii Despeñarrubias que habéis organizado, so piiiiiiiiiiii. El pulsómetro no para de pitar y recordarme que voy pasado de pulsaciones, 180 para ser más exactos. Las rampas deben de ser del 20% por lo menos. Ya no se si sudo, o son lágrimas…

Levanto la mirada para ver si termina este calvario caracenillero y me parece que ha cruzado un zorro,.. sí, eso, ya empiezo a tener alucinaciones,.. que venga y me de por piiiiii,(total, ya peor no me puede ir),… pero apenas puedo ver, ya que llevo las gafas llenitas de una sustancia que no sé en que momento se ha formado con mi sudor. Estoy haciendo un esfuerzo Hercúleo y este cabrón de camino no va a conseguir que eche el pié a tierra, por mis piiiiiii, aunque se están dando una serie de circunstancias que me están llevando directas a clavar la rodilla en tierra y bajarme los pantalones como si mi menda fuera un mierdín.

Mecagoentó, otra gota de sudor a las gafas, aunque… que mas da, si llevo un rato sin ver nada. Mierda, mierda, mierda, mierda. Llego a una curva que parece más una pared que un camino y con cuatro dedos de tierra, meto molinillo y ¿Que es lo que pasa?, pues que me derrapa totalmente la rueda trasera y me tengo que bajar de la bici… la mierda del camino me ha vencido. A los treinta metros me vuelvo a montar como puedo y ¡¡¡ HOSTIAS !!! Veo un bosquecillo y esto empieza a llanear. Un senderito medio llano. Ahí hay un claro y hay unos cuantos corredores parados:


     #¿Qué tal? Me pregunta uno?


     *Bien, le respondo como puedo, haciéndome el machote.


     #¿Estaba empinada la cuesta, eh ?


     *Las hay peores, le vuelvo a responder…


Rápido pasan los segundos y empezamos a recuperarnos mi pulsímetro y yo.

Recupero el resuello y pienso que la subida es muy dura, pero merece la pena hacerla por el encanto del lugar donde nos encontramos.

Algunos de los corredores cuando llegaron a la cima de la montaña, dijeron que era como tocar el cielo con la punta de los dedos… remanso de paz.

Los de la organización llevan razón al meterla dentro de la ruta. Como diría Llors Cluni: Magnífico. Al final voy a tener que pedirles perdón, aunque todavía quedan unos kilómetros para llegar a la meta y la pueden volver a cagar.


Una vez reunidos todos, comenzaron el descenso hacia Valdeibañez, típico sendero estrecho o inesistente lleno de piedras como melones, aliagas, ramas, raices y 20% de desnivel, que todo ello mezclado, te va invitando continuamente a dejarte los dientes en el intento. Lo que viene siendo un camino caracenillero, que ni hay camino, ni sendero, ni ná de ná.

Después de esta gran bajada, llegada a una carretera que les llevaría al descenso de la cantera. Si Valdeibañez tiene peligro, este no se lo pueden ni imaginar. Solo tiene cincuenta metros de distancia, pero es como la lanzadera del parque de atracciones, los güevos se meten en el culo de tal forma que no puedes ni respirar, uuuffffff,… menos mal que aquí se encontraban los mejores corredores del mundo del mountain bike.

Después de esto continuación por pista de arena y piedra. El ascenso al Peñarrubias y llegada a la torreta. Allí se encontraba de nuevo el ingeniero de avituallamiento, Santi. Consiguió tener la bebida fría toda la mañana. Unos tragos, unas fotos y a por el descenso del Vallejo. Otra vez camino “caracenillero” y con un tramo de unos cien metros imposible de mantenerse montado en la bici. Imprácticable, pero bonito.

Y por fin, treinta y tres km. después de subidas y bajadas, llegada a Caracenilla, con la gente aplaudiendo a los magníficos corredores y la entrega de la impresionante bolsa del corredor.


Entrega de premios al equipo más numeroso, al más veterano y al que venía de más lejos, nuestro amigo Pepe (un animal encima de la bici) que vino a la carrera desde Denia. Después sorteo de regalos, entre los cuales cabe destacar una bicicleta regalada por la tienda buhobike, que entregó el amigo Álvaro. Comida para todo el mundo, patatas bravas, ensalada, macarrones, gazpacho, fruta y dos barriles de cerveza, que no dejó de correr en toda la tarde, y siempre bien cuidado el grifo de cerveza para que funcionase perfectamente por los dueños del restaurante "la casa del tío Venancio".

Algunos terminaron en el pilón y ya puestos, se hicieron unos largos. La fiesta continuó hasta el filo de la media noche con un baile improvisado, en el que se encontraban las mujeres más bellas de Caracenilla, apuestos hombres y Olga, que hizo de coreógrafa y consiguió que lo pasásemos en grande bailando al ritmo que nos enseñaba.


     Solo queda agradecer al pueblo de Caracenilla el trato recibido, dar la enhorabuena a la organización y que montéis otra fiesta como esta el año que viene. Gracias Caracenilla.