EL HORNO

Que se recuerde, el primer horno se encontraba situado en la plaza del pueblo.

La sala donde se amasaba estaba en el primer “ bar “ que ha habido en Caracenilla, y la casa de la tía Felipa era donde se encontraba la cúpula del horno.

Este horno pertenecía al pueblo. Encima de él estaban las escuelas. La clase de las chicas pisaba encima de horno y la de los chicos estaba al lado. Se derribó aproximadamente en el año 55.

Entonces las escuelas se modificaron, pasando la clase de las chicas abajo, y la de los chicos arriba.

En la parte correspondiente a la casa de la tía Felipa se hizo un hogar para el pueblo con una televisión.

Mas tarde cuando se abrió el primer bar en la clase de las chicas, el trozo correspondiente al hogar lo vendió el pueblo. Comprándolo la tía Felipa y el tío Vítor (...el último alguacil).

Después del derribo del primer horno, construyó el segundo yúltimo, uno particular, situado enfrente de la casa de la tía Venancia, que a su vez lo arrendó.

Los arrendatarios eran toda una familia dedicada al horno.

Ellos eran los encargados del mantenimiento del mismo, pero a su vez, ellos también lo utilizaban para hacer pan, y venderlo para otros pueblos, como Bonilla, Carrascosilla o Verdelpino.

El horno se abría a las 5 de la mañana y generalmente a esas horas era utilizado por las horneras o panaderas. Podían llegar a hacer hasta dos tandas de pan antes de empezar su servicio para el pueblo.

Aquí se estuvo haciendo pan hasta los años 1962-1963 en los que, ya casi toda la gente había emigrado de Caracenilla.

Todo el mundo podía utilizarlo para hacer sus panes, pero las hornerasorganizaban el funcionamiento del mismo. Se hacían tandas de 3 o 4 mujeres, y la hornada podía ser de unos 15 o 20 panes por persona.

En el día podía haber 5 o 6 tandas de unas 2 o 3 horas cada una.

A la hornera se tenían que dirigir para pedirla la vez del día en que se quería hacer pan.

Ellas eran las encargadas de calentar el horno. Como eran de leña, el día anterior tenían que llevarla las personas que las tocaba hornear.

Cuando llegaba el día acordado, la hornera se pasaba por casa de la solicitante para avisarla de cuando podía empezar a amasar, y posteriormente la recogía la masa para llevársela al horno.

A la hornera se le remuneraba el trabajo realizado. En el primer horno, cada persona que lo utilizada la pagaba con un pan, y en el horno posterior la daban una “perra chica”, es decir 5 céntimos de los de antes, por cada pan que cocía.

Siempre para hacer pan, tenían en reserva metida en un puchero un trozo de levadura fermentada, que incluso podía estar seco y con mal aspecto, pero a partir de aquí ellas hacían su elaboración para hornear por ejemplo unos 20 panes.

El proceso del amasado siempre se hacia en casa. El día anterior a cuando las tocaba el turno para su visita al horno, cogían una pizca de esa levadura que tenían en reserva y volvían a hacer mas levadura.

1 litro de agua templada, 1 kilo de harina y la pizca de levadura.

Se hacia un pocillo con la harina, se añadía el agua templada, y la pizca de levadura. Se amasaba todo hasta que no se pegara en los dedos y tuviera una textura homogénea. Entonces había que dejarla fermentar, es decir la dejaban reposar cubierta con harina hasta el día siguiente. Unas 12 horas por lo menos.

Con esta nueva levadura ya se tenia la base para hacer la masa del pan. Se trabaja con ella, añadiéndole harina y agua templada, esta vez con sal. La cantidad de harina y agua dependía de los panes que tenían pensados hacer. Si eran 20 panes, 20 litros de agua. Cuando la masa estaba preparada, es decir, compacta y sin que se pegara los dedos, decían que eran como los niños, que en verano y en invierno tienen frío.

La colocaban en una canasta, en la que previamente habían puesto un “ tendido ” de lana o manta y sobre ella, un paño de hilo o sábana, llamada “ masera ”. Se envolvía toda la masa, bien arropadita, y se dejaba fermentar un par de horas hasta que subía y estaba dura.

Esta masa en reposo se podía trabajar otra vez para que cogiera mas fuerza, ( pero sin echarle nada), antes de que viniera la hornera a por ella con una carrilla, para llevársela al horno tapadita en la canasta. Cuanto más estuviera trabajada la masa, mejor salía el pan.

Cuando tenia recogida todas las cestas de las mujeres que las tocaba en ese turno hornear, colocaba las masas en un tablero. De las cuales iban cortando trozos de masa del peso que la solicitante quisiera, (generalmente eran de un kilo o kilo y medio).

Ese trozo de masa se volvía a trabajar ya en el horno (sin echarle nada), se le daba la forma redonda del pan, y se cubría con el “ tendido”. Cuando subía estaba listo para hornear.

Entonces cada persona hacia una señal a su masa para no confundir los panes que se iban a meter al horno. Unas por medio de un hierro parecido al de las reses, pero en pequeño, hacían su señal, con una letra, o con lo que tuviera diseñado en el hierro. Las que no tenían, hacían una señal con dos dedos, o un rebaje en la esquina de la masa.

Cuando estaba aclarado el que correspondía a cada una, por medio de palas se introducía en el horno.

El pan una vez hecho, lo llevaban a casa y lo conservaban en artesas tapado con un tendido de lana. Este pan podía durar sin estropearse hasta 8 días.